(Por Juan Luis Vera / Lectura 3 min).
El sector de las plataformas de delivery está atravesando un periodo de grandes cambios y desafíos regulatorios. Desde la decisión de Glovo en España de contratar a sus repartidores para cumplir con la Ley Rider, hasta el impacto de las leyes de salario mínimo en Nueva York y Seattle, las empresas enfrentan presiones para equilibrar las necesidades de los trabajadores, los consumidores y sus propios modelos de negocio. Algo que, desde hace un buen tiempo, los gobiernos de turno en distintos países no tienen ni idea de cómo abordar correctamente.
En España, Glovo ha anunciado que contratará a 15,000 repartidores que antes operaban como autónomos. Esta medida busca alinear sus operaciones con las normativas laborales vigentes, tras años de controversias legales y multas que superan los 200 millones de euros. La Ley Rider, que prohíbe los modelos de falsos autónomos, ha generado cambios significativos en el mercado, obligando a las plataformas a replantear sus estrategias operativas.
Por otro lado, en Nueva York, una ley de salario mínimo implementada a finales de 2023 aumentó significativamente las ganancias por hora de los repartidores, pero no sin consecuencias. Mientras los ingresos promedio de los riders crecieron de $11.72 a $19.26 por hora, los cambios en las políticas de propinas dentro de las apps provocaron una caída del 60% en este rubro. Además, muchos repartidores han expresado su preferencia por el modelo anterior, argumentando una pérdida de flexibilidad. Como resultado, las tarifas para los consumidores aumentaron, y plataformas como DoorDash y Uber Eats reportaron una reducción en el volumen de pedidos y en el número de nuevos repartidores, con una caída del 9%
Situaciones similares se han dado en otros países, como Colombia, donde Rappi enfrenta desafíos regulatorios, o Argentina, donde Pedidos Ya también ha tenido que adaptarse. Esto subraya la urgencia de encontrar un equilibrio que garantice la sostenibilidad tanto para los repartidores como para las empresas. La viabilidad del modelo de agregadores de delivery está en juego, y lamentablemente, ni los gobiernos ni los políticos parecen tener un entendimiento claro de cómo funciona este ecosistema, siempre llegan tarde a la innovación.
A todo esto, hay que sumar el hecho que el sector del delivery a nivel mundial está pasando por un proceso de maduración, las apps de delivery se encuentran contra las cuerdas ante el reto de mostrarse rentables ante sus inversionistas luego de haber gozado de una época de crecimiento acelerado, y algunas están cayendo o siendo vendidas por fracciones de su valor original. Un ejemplo reciente es GrubHub, que fue vendida en Estados Unidos por una décima parte de su valoración inicial.
A pesar de las dificultades, las cifras demuestran que el sector sigue creciendo. En Nueva York, el gasto total de los consumidores subió un 10% en el primer trimestre de 2024. Sin embargo, las tensiones entre trabajadores, empresas y reguladores evidencian que el camino hacia un modelo sostenible aún está lleno de obstáculos.
Estos cambios no solo afectan a los repartidores, sino también a los restaurantes y a la experiencia del cliente, pilares esenciales en el ecosistema de la comida rápida y las franquicias.
Esperemos que al final la cura no termine siendo más cara que la enfermedad, y que muchas de estas apps no terminen cerrando y dejando a muchos empleados en el aire. De ser así, ¿quién pierde?.